Internet no ha supuesto solamente conexiones de todo tipo en lo ancho y largo del mundo. El uso de interfaces ha generado un espacio entre emisor y receptor. Ese espacio no puede estar vacío, porque entonces no habría comunicación, ya que las interferencias hubieran provocado que esta no existiera. En ese espacio se produce un fenómeno que podría asemejarse a la parasitación del individuo que comunica el mensaje, es decir, que se aprovecha del espacio para así poder usarlo a su favor de cierta manera. Esta acción se ha vuelto totalmente inconsciente, como algo que se da por hecho, las pantallas nos separan. Se puede hablar físicamente con otra persona diciendo una cosa en específico y tres segundos después comentar algo totalmente distinto con el ordenador. Esto desarrolla en el individuo uno especie de apatía en la que aceptará decir lo que se espera de susodicho en el espacio público y solamente ser genuinamente sincero en el privado. El problema es que en el espacio privado online tampoco existe la opción de expresarse apropiadamente. Dices lo que quieres, pero a lo mejor no te escucha quien quieres, los internautas no se preocupan por ti u os usáis mutuamente generando una cámara de eco. También, puede ser que la persona que se exprese genuinamente en el Internet se lo tome en serio y se refuerce en otra persona que está de broma o abusando de la confianza del otro. De una manera u otra, la situación suele estallar en una paranoia en la que uno mismo, a causa de la vergüenza, crea una realidad paralela. Lo curioso es que no implica únicamente generar una realidad falsa de uno mismo, también mejorar con pinceladas los fracasos personales, intentado ocultar el lado que no debe ser expuesto a los demás y que ha explotado, salpicando a la reputación individual.
Un ejemplo de esta vergüenza que busca ser arreglada por el perpetrador para sentirse complacido y dejar atrás sus errores es la de un asesino de Junko Furuta. Esta adolescente de 16 años fue secuestrada, abusada, torturada, violada y prostituida durante 44 días después de que unos compañeros de clase la interceptaran volviendo a su casa. La misma, fue encontrada seccionada en un barril de cemento tiempo más tarde. Los asesinos fueron arrestados, pero salieron al poco tiempo por ser menores de edad. El suceso a destacar es que el año pasado uno de los asesinos apareció en lo que era Twitter, actual X, y dijo que lo hizo no fue nada más que un vergonzoso episodio de su adolescencia. Aquí se puede observar como el sujeto usa el Internet como un escudo antibalas. La gente que lo usa de esa manera, cuando por dentro en realidad sienten que se consumen, son narcisistas. Pero, se puede ser narcisista de muchas maneras. Está la opción de arrepentirse, en la cual existe la necesidad de reafirmar que uno mismo no ha hecho algo que es para tanto o incluso de que no ha hecho nada realmente, como es en el caso de este asesino de Junko.
Cuando al individuo le da igual todo y convive con su error, puede usar la interfaz para que presiones externas no le consuman. En este caso el estrés viene dado de fuera, y en vez de satisfacerse a sí mismo hay que satisfacer a la audiencia crítica. Este es el caso de Íñigo Errejón, el cual a primera vista, parece que ha usado Internet para salvaguardarse las espaldas, y a pesar de que hay testimonios de que sabe que ha hecho lo que no debía, no pide perdón. Parece ser que no es nada especial, porque el asesino de Junko Furuta admitió lo que hizo en Twitter, pero Errejón, en su comunicado no admite relación a de lo que se le acusa. El asesino de Junko evade responsabilidades, mientras que Errejón ejemplifica al sujeto que evade hechos, incluso, intenta reforzarse como si el hubiera sido víctima del destino. Claramente eso se debe a la premeditación tan arraigada a la política.
Con esto termina esta segunda actualización, pero antes me gustaría mencionar otro tipo de vergüenza relacionada a la distancia generada entre emisor y receptor. Se ha vuelto posible comunicarse con más gente que nunca. Antes se podría gritar en una plaza y que solo se oyera en la plaza y alrededores. Ahora con herramientas online uno puede comunicarse con cada punto del mundo. Hay gente cuya liberación de lo vergonzoso no constituye moralmente algo malo por qué sí. Esta manifestación se da en lo que a día de hoy se considera como natural pero que en realidad es algo psicológicamente artificial, que es "soltarlo todo". Sin embargo, la premeditación de distintos agentes se aprovecha de manifestaciones físicas y psíquicas en la red para usarlas en su favor aprovechándose del frenesí que sienten las personas al liberarse publicando. Específicamente se hablará de como se comercializa ese contenido y se aprovecha de la psicología y de la interfaz para que acompañe aún más a esa situación de imperantes inmediatez y necesidad en el apartado de algo humano que también se ha vuelto artificial, la cópula.
PRÓXIMO CAPÍTULO: 3L PORNO
Javier Paredes Salagre
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